Oración A San Agustin: No Llores Si Me Amas, Por Los Hijos y Más

No llores si me amas, si conocieras la gracia de Dios y la belleza de su Reino. Si pudieras verme mientras me encuentro en medio de su ejército de ángeles.

Si pudieras contemplar la hermosura de su presencia, desearías estar conmigo en este momento.

Cuando la muerte llegue y tu espíritu venga al Paraíso, me volverás a ver, sintiendo el mismo amor de siempre.

Alguna vez nos volveremos a reencontrar, pero ya no será en la horas de la muerte, sino avanzando de la mano hacia la luz del Reino de Dios. Límpiate las lágrimas y no llores si me amas. Amén.

Bondadoso San Agustín de Hipona, acudo a ti para suplicar que protejas e ilumines a mis hijos. Guíalos para que cumplan todos sus propósitos e impide que se desvíen por el camino del mal.

No dejes que nadie se aproveche de su pureza e inocencia, porque ellos son unos buenos hijos de Dios y merecen tener una vida llena de alegría y dicha.

Santo de Dios, bendice a mis hijos y conviértete en su protector en los tiempos de adversidad para que su fe nunca se desvanezca.

En tus manos confío el bienestar de mis pequeños, sabiendo que jamás los vas a desamparar. Amén.

Dios mío, estoy pasando por un momento de adversidades y dificultades. Libérame de todo lo que me hace mal y permite que en ti encuentre la serenidad y el sosiego.

Manda a apaciguar las tempestades que agobian mi corazón. Aparta la confusión y la oscuridad de mi alrededor para que tú seas mi único Señor.

Acompáñame durante el día y no me desampares de noche, porque contigo a mi lado estaré protegido/protegida de todo mal y peligro.

Haz que mi espíritu se libere de los pensamientos banales que agobian este mundo. Dame refugio bajo tu sagrado amparo para que encuentre la paz y el consuelo eterno. Amén.

Tarde te amé, belleza que no conoce de épocas. Tarde te amé y no me percaté de que tú estabas dentro de mí.

En los momentos de dificultad estabas a mi lado, pero yo no lo notaba. Todo me alejaba de ti, pero, aun así, tú jamás me abandonabas.

Me llamaste a tu presencia y curaste la ceguera que me impedía ver tu grandeza. Brillaste por encima de todo lo que carecía de importancia y me mostraste que eres el único camino hacia la paz y el descanso.

Ahora te necesito y no me quiero apartar de ti, porque eres el comienzo y el fin de todo lo existente. Amén.

No llores por mí, si conocieras el don de Dios y la grandeza de su Reino. Si tuvieras la oportunidad de escuchar el bello cántico de sus divinos ángeles.

Me has amado cuando estaba perdido en la oscuridad y la ceguera, pero, ¿no podrás verme y amarme ahora que me encuentro bajo la bendición del Señor?

Volverás a verme, pero ya no será en un momento de desolación y sufrimiento, ya que en ese instante solo reinarán la felicidad y el sosiego. Caminaremos juntos hacia la dicha eterna.

No llores por mí si me amas, porque recuerda que nos encontraremos de nuevo en el Cielo. Amén.

Alabado San Agustín de Hipona, vengo ante ti para solicitar que me regales tu bendición en el amor. Haz que sea el único sentimiento que reine en mi corazón.

Permíteme conocer una buena persona con la que pueda compartir el resto de la eternidad bajo tu gracia. Que sea amorosa, alegre, honrada y, sobre todo, seguidora del Señor.

Ilumíname para que encuentre el amor de mi vida y la felicidad predomine en mi camino hacia el Reino de Dios.

San Agustín, en ti confío, porque tú eres un santo misericordioso, por lo cual tengo la certeza de que me vas a salvar de la soledad y la desolación. Amén.

Venerable San Agustín, quiero pedirte que me bendigas para que el dinero no vuelva a ser una dificultad en mi vida. Guíame por el sendero de la prosperidad y la pobreza jamás me afectará.

Libérame de la escasez y la miseria que tanto me persiguen, impidiendo que alcance la serenidad. Dame una luz de esperanza para salir de la tempestad que se cierne sobre mí y no me deja ser feliz.

Muéstrame el camino indicado para solucionar todas las dificultades económicas que me atormentan.

San Agustín, acuérdate de este humilde fiel que solicita tu auxilio y no lo desampares. Amén.

¡Oh! Alabado Jesús mío, que te hiciste hombre para enseñarnos el valor de amar y perdonar a nuestro prójimo, permite que los difuntos descansen en paz, sobre todo (nombre del difunto).

Libera a las almas del purgatorio de las penas por las que se encuentran atravesando. Permite que gocen de tu Reino y te alaben junto a todos tus santos.

Dales el descanso eterno y no dejes que nada ni nadie interrumpa su paz y tranquilidad.

Por los méritos de tu sagrada Pasión, sálvalos del sufrimiento y la tristeza eterna. Por los siglos de los siglos. Amén.