Oración A San Sebastián

¡Oh! Venerable San Sebastián de Yumbel, venimos ante ti para pedir que te apiades de nosotros y nos indiques el camino hacia el Reino de los Cielos.

Tú que fuiste víctima de los infieles, sabes que el demonio siempre está presente para hacernos caer en la tentación. Por eso, te rogamos que nos ilumines en los tiempos de dificultad.

Conviértete en nuestro guía y ayúdanos a ser cada día mejores feligreses, porque bajo el amparo del Señor nada nos faltará.

¡Oh! Admirable mártir, llénanos de fe y devoción para que podamos alcanzar la gracia de Dios. Amén.

San Sebastián, hoy acudo a ti en búsqueda de misericordia, pues sabes que deseo encontrar el amor, pero la soledad me mantiene prisionero en el valle del dolor.

Quiero pedirte de manera humilde que me ilumines para que logre encontrar a una persona creyente y, sobre todo, pura.

Bendíceme para que los malos augurios de mis enemigos no sean más poderosos que el amor y la felicidad de estar bajo la gracia de Dios.

Amado mártir del Señor, atiende mis súplicas e indícame el camino correcto hacia el amor. No me abandones, te lo ruego de corazón. Amén.

Querido San Sebastián, vengo ante ti para implorar que me ayudes a vencer las dificultades que me afligen en este momento, en especial (nombrar el favor).

Comprendes que estoy atravesando por una época de incertidumbre y desolación, por lo que en tus manos deposito este humilde favor.

Haz que todos mis deseos y propósitos se hagan realidad. Que los obstáculos que se presenten en mi vida solo sean una prueba más.

Recuerda que yo confío en tu misericordia y bondad, porque Dios te eligió para ayudar a sus hijos en los tiempos de necesidad. Amén.

Alabado santo del Señor, tú que siempre escuchas mis súplicas, no me abandones en este instante de angustia y desesperación.

Regálame una luz de esperanza para que pueda encontrar un trabajo digno y, de esa manera, logre superar los obstáculos que se interponen en mi camino hacia la serenidad.

Termina con la escasez y la miseria, que tantas calamidades y desgracias me generan. Haz que la luz brille de nuevo en mi vida para que el bien triunfe por encima del mal.

Querido San Sebastián, no me desampares ni de noche ni de día, porque solamente bajo tu cuidado podré alcanzar la prosperidad. Amén.

San Sebastián, tú que fuiste cruelmente humillado y martirizado, comprendes que las desgracias me persiguen y no permiten que encuentre la tranquilidad.

Por esa razón, te imploro que me cubras con tu manto protector para que logre cumplir mis propósitos y no vuelva a ser víctima de los malos deseos de los demás.

Conviértete en mi protector y no me abandones, por favor, porque bajo tu guía y amparo nada ni nadie me podrá lastimar.

Valiente soldado de Dios, en tus manos encomiendo mi bienestar y tranquilidad, sabiendo que jamás ignoras las súplicas de tus fieles devotos. Amén.